martes, 10 de diciembre de 2013

Mi primer día de trabajo II

A las 7:30 de la mañana cuando oficialmente había comenzado mi día de trabajo me senté con mi supervisora quien rapidamente empezó a hablarme de términos no muy agradables. Pero de todos esos términos el que me jodió la vida fue; probatoria. Entonces no podía llamarme cartero todavía. Tenía 90 días de probatoria en los que tenía que demostrar que podía ser un buen empleado, sin tener ningún tipo de accidentes y al final de los tres meses tener una buena evaluación que me permitiera permanecer en el trabajo.

Después de orientarme sobre todas las cosas que debía saber me dijeron que por ser mi primer día de trabajo no saldría a la calle solo. Me asignaron con un señor de casi 60 años y aunque parecía que aún estaba en buena condición física pensé que de todas maneras sería un día fácil.

Así salimos a la calle y llegamos al lugar donde empezaríamos la ruta. El señor agarró su bulto, las cartas y mientras me explicaba los detalles de lo que estaríamos haciendo empezamos a caminar. Poco a poco su velocidad fue aumentando hasta que llegó el punto que yo iba casi corriendo para mantenerme a su lado. En eso él miró para atrás y me dijo; "a este pasito es que yo camino la ruta".  ¿A ese pasito? Si lo que faltaba era que empezara a brincar las verjas de las casas para parecer el mismo Culson.

Después de unas horas de trabajo y de estar atento a cada detalle el señor pareció confiar en mí y me preguntó si quería dar la próxima parte de la ruta solo. Obviamente dije que sí. Así que agarré las cartas y bien confiando salí caminando. Se supone que uno salga del lugar donde esta estacionado y al final llegues nuevamente al mismo lugar sin cartas. Pues después de dar la vuelta regresé a la guagua y todavía me quedaban cartas. Algo había hecho mal. Cuando el señor verificó, fue que había brincado una calle. En ese momento me di cuenta que mi habilidad de cortar camino, colarme y tratar de pasarme de listo no me iban a ayudar en este trabajo, o por lo menos en la etapa que me encontraba.

Luego de ese pequeño error hice el resto de la ruta practicamente solo y sin mayores complicaciones. Así terminó mi día en la calle y al llegar nuevamente al correo le preguntaron al señor si él pensaba que yo estaba listo para hacer la ruta solo y él sonriendo dijo que si. Así pues, al otro día haría la ruta yo solito...

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