miércoles, 26 de marzo de 2014

Nada nos detiene

Esto de las redes sociales es una cosa cabrona. Ya todos debemos saber que si publicas algo y un amigo lo comparte, entonces los amigos de tu amigo pueden ver lo que escribiste y si un amigo de tu amigo lo comparte los amigos del amigo de tu amigo lo pueden ver y en fin nadie sabe hasta donde puede llegar una publicación. 

Después de mi última publicación muchas personas tuvieron la oportunidad de ver, leer y comentar la misma. Por curiosidad y por el instinto normal de estos tiempos de las redes sociales mi novia tuvo la oportunidad de ver varios de los perfiles de las personas que compartieron o comentaron la publicación. Obviamente la mayoría de las personas tienen sus perfiles privados pero hay cosas que quedan públicas dependiendo los ajustes de seguridad de cada persona y entre lo poco que pudo ver, encontró una foto muy peculiar.

La foto tenia fecha de julio del año pasado y mostraba la triste imagen de un miserable cartero caminando una calle inundada, con el agua llegándole casi a las rodillas, con el bulto lleno, cargando cartas en su mano y con su uniforme totalmente mojado. Al ver la foto, su  reacción fue de compasión, pena y hasta admiración, pero eso cambió en un instante y soltó una risa a carcajadas. No podía parar de reír, era de esas carcajadas en las que piensas que no puedes respirar y en cada suspiro de esa carcajada solo se escucha; Ay, vete pa'l carajo. Ay, vete pa'l carajo. Después de reponerse me dijo; el cartero de la foto eres Tú.

Efectivamente, el miserable cartero de la foto era yo. Caminando con el agua casi hasta el cuello, (de mis rodillas al cuello no hay mucha diferencia) haciendo un esfuerzo casi sobrehumano para entregar las cartas y lo único que me viene a la mente es. ¿Quien puñeta tiro la foto?

Conociendo el lugar me atrevería apostar que fue un Cabrón sentado en una esquina con una cerveza en una mano y rascándose las bolas con la otra. Vio al pobre cartero en esa situación y pensó, coño una foto pa'l "feisbu". Se sacrificó y puso su cerveza en el piso, sacó el celular de esos que envía Obama, puso la camarita y sacó la foto. Luego salió corriendo al Burger King mas cercano, se conecto al Wi-Fi, subió la foto al facebook y esperó a ver cuantos likes recibía mientras se comía un whooper. Pero eso es solamente mi teoría, quien sabe. 

En realidad no me molesta que hayan tomado la foto y que ande rondando el internet, todo lo contrario. Mucha gente da por sentado que al llegar a su casa encontrarán su correspondencia en el buzón, pero no piensan en las circunstancias que pueden hacer que algo que parece tan sencillo se pueda convertir en todo un desafío.

Como me decía un viejito todos los días; no importa si llueve, truena o relampaguee al cartero nada lo detiene. Al principio pensaba que el viejito estaba loco, luego me di cuenta que tenía toda la razón. Con la responsabilidad de un deber por cumplir y con el orgullo que se siente el ofrecer un servicio tan importante para el país es necesario que todos tengan algo claro. No importa el calor, ni la lluvia, ni las inundaciones, ni siquiera los cabrones que nos sacan fotos...  Nada nos detiene.

viernes, 14 de marzo de 2014

La Jornada de un paquete

En estos tiempos de tecnología, internet, Amazon, ebay, tiendas por departamentos y otras miles de páginas que venden productos en linea es muy probable que usted en algún momento de su vida haya comprado cualquier porquería y lo haya recibido de manos del correo. Aún si usted no es muy diestro con estas cosas que nos provee el internet es muy probable que también haya recibido algún paquete de parte de un familiar, amigo o lo que sea. En fin de cuentas la gran mayoría de ustedes han recibido paquetes entregados por su cartero.

Lo que usted no sabe es que detrás de esa entrega existe un extenso y complejo proceso que incluye fórmulas matemáticas, códigos secretos y análisis profesionales que permiten que la entrega se realice de la forma mas rápida y efectiva.

De todo ese proceso por el que pasa un paquete antes de ser entregado la única parte que me corresponde a mi es entregarlo. Muchos pensaran que es la parte mas fácil pero definitivamente se equivocan y le voy a explicar por que.

Llegue ese día en la mañana y aparte de hacer mi ruta con todo el trabajo que eso comprende tendría que entregar 40 paquetes adicionales de otra ruta. Según los cálculos matemáticos y las complejas fórmulas utilizadas por el Servicio Postal se establece que el cartero tiene 3 minutos por cada paquete que tenga que entregar. En otras palabras tenía 2 horas para entregar los 40 paquetes.

Al principio me pareció tiempo suficiente para entregarlos pero no sabía lo que me esperaba. Los paquetes estaban en una esquina, tuve que llevarlos a la plataforma para poder montarlos en la guagua. Antes de acomodarlos anoté las direcciones de cada paquete en un papel para que  no se me quedara ninguno y saber mas o menos el orden en que los entregaría. Ese proceso me tomo unos 15 minutos.

Era sábado por la mañana y me tardé 5 minutos en llegar a mi primera entrega, me bajé de la guagua y para no hacer mucho ruido a esa hora simplemente dije;

-¡Buenos días!

Me di cuenta que había gente dentro de la casa pero nadie pareció escucharme. Así que levante un poco mas la voz y volví a gritar.

-¡BUENOS DÍAS!

Esta vez vi a las personas dentro de la casa como queriendo esconderse, pasando por debajo de las ventanas y alejándose de la puerta de entrada de la casa. Dentro de mi pensé; ¿Que carajo es lo que pasa aquí? ¡Estos cabrones están sordos, puñeta!

Miré alrededor de la calle y a lo lejos se veía un ejercito de Atalayas, Testigos de Jehová o como se llamen que estaban allí con sus sombrillas llevando el "mensaje de Dios" casa por casa. Lo próximo que grité fue;

- ¡BUENOS DÍAS, DIOS LE BENDICE!

Todos los que estaban adentro huyeron arrastrándose por todo el pasillo de la casa como si fuera el diablo el que estaba afuera.

Llevaba más de 5 minutos allí parado frente a la casa y todavía me quedaban 40 paquetes por entregar. Así que volví a gritar.

- ¡Buen día, Correo!

Por fin salió una señora de unos 70 años y cuando me vio rápido dijo.

- Mira, un cartero joven. Aquí todos los que vienen son un chorro de viejos.

- Ah si, ahora hay un grupito de carteros jovenes, a ver si esa gente se retira ya.

- Ay si, que se vayan esos aborrecios ya.

- Mire señora, tengo un paquete aquí a nombre de Carmen.

- Su servidora. Ese paquete me lo envía mi nieta que está por Boston. Se fue a estudiar pa' llá y se caso con un gringo. Hace 3 años yo fuí a visitarla y hacía un frio pelú. No vuelvo ni a recoger billetes de 100. Eso son unas galletitas de vainilla que venden allá. ¡Son bien buenas!

- ¡Pues aquí está!

- ¡Dejame ir a buscar las llaves del porton rapidito!

Usualmente soy una persona muy paciente pero en ese momento ya me estaba desesperando. Tenía muchos deseos de tirar la caja por encima del portón y que se jodieran las galletas con to'.

Despues de esperar unos minutos la señora llegó con las llaves y despues de intentar abrir el candado con todas las llaves que tenía el llavero por fin abrió el portón. Le dí el paquete y salí casí corriendo. Cuando ya me iba a montar a la guagua escucho a la señora gritandome.

- ¡Carterooo! Espera en lo que abro la caja para darte unas galletitas.

Yo le dí las gracias pero le dije que no podía comer nada tan temprano por que me caía mal. Aunque por dentro pensé decirle que se metiera las galletas por el culo. Me monté en la guagua y me fuí.

Llevaba 40 minutos y solamente había entregado un paquete. Cada entrega fue  una misión, cada persona una historia diferente y definitivamente el que sacó cuenta y dijo que cada paquete debe ser entregado en 3 minutos nunca entregó paquetes en Puerto Rico.

Así que si ve a un cartero con prisa repartiendo paquetes no lo interrumpa para preguntarle si ya llegó el cheque de Obama o el cheque de hacienda o para decirle que no le lleve deudas o para darle quejas de esto o de lo otro. Por favor no joda y deje trabajar al cartero en paz...