miércoles, 18 de diciembre de 2013

La historia de un Pato

Realmente no tenía duda de que había nacido para ser cartero. Todos los días me enviaban a una ruta diferente dandome una pequeña explicación, un mapa y que llegara como pudiera. Nunca me perdí, y si pensaba que iba tarde caminaba como los locos. Me aprendí la mayoría de las rutas y obviamente pasé mi probatoria. Según mi jefa ella nunca había hecho una evaluación tan buena como la que me hizo a mí a ningún otro cartero. Pero luego de mis primeros tres meses fue que vino lo bueno.

Trabajaba en un correo pequeño, con pocas rutas y no estaba trabajando muchas horas. Mientras que en otros correos del área de San Juan necesitaban carteros y ya se había corrido la voz de que yo era un buen cartero, que aprendía rápido, que nunca me perdía etc... Así que me empezaron a enviar a diferentes correos.

Mi primera experiencia fuera de mi correo fue en el correo principal de Bayamón. Llegué desorientado, como siempre pasa al llegar a un sitio nuevo. La supervisora me llevó donde el cartero que me iba a explicar la ruta y la única explicación que recibí fue "sigue las cartas". Despues me daría cuenta que esas palábras se usan cuando el cartero no sabe explicar. De todas maneras la ruta que me habían dado era fácil así que no tenía nada que preocuparme.

Todo buen cartero regresa al correo con la menor cantidad de cartas posible, ya sea porque estuvieran fuera de orden, porque no pertenecen a la ruta o por cualquier otra razón. En mi caso trato de como se supone entregar todo a menos que tenga una buena justificación. Pues ese día iba caminando en algún lugar de Bayamón, no había tenido ningún inconveniente y sabía que llegaría temprano; hasta que pasó algo que jamás habría pensado.

Me voy acercando a la marquesina de una casa cuando de repente veo un PATO frente al buzón... Un Pato parado justamente frente al buzón de la casa. No piensen que soy homofóbico o que estoy hablando de un homosexual o algo así, eso jamas lo haría. Era un Pato, un patito cuac cuac... Para joder tenía 4 cartas y tres revistas para esa casa. Hubiese preferido mil veces que lo que estuviera frente al buzón hubiera sido un Pitbull o un león, pero un pato nooo. Si me acercaba al buzón el pato sabía que el pato iba a querrer picarme, y obviamente yo iba a salir corriendo; que si me alcanzaba me iba a picar el culo. Si, un pato me iba a picar el culo. Una mordida de perro se puede justificar, pero ¿Que carajo iba a decir yo cuando llegara al correo? Estas cartas no las pude entregar por que había un pato en el buzón y tenía miedo que me picara el culo. Imaginense si hubiese intentado entregar las cartas y me picara el pato. Yo llamando al correo pidiendo ayuda por que un pato me había picado el culo.

Fueron momentos de tensión y como el pato no se movía decidí seguir con la ruta. Si me preguntaban en el correo por esas cartas iba a decir que había un tigre frente al buzón y que no las pude entregar.

Cuando terminé la ruta sabía que todavía tenía tiempo y fuí en la guagua hasta la casa donde estaba el pato. Me metí en el estacionamiento de la casa justo donde aún estaba el pato, frente al buzón. Parece que el cabrón pato también era sordo porque deje la bocina de la guagua "pegá" y el pato no daba ni un paso. Al final, cogí las cartas, las revistas, las amarre con una gomita y las tire frente a la marquesina. Me fuí y prometí nunca jamás contarle a nadie mi odisea con el pato...

sábado, 14 de diciembre de 2013

Yo nací para esto

Llegué al correo para mi segundo día de trabajo sin saber que en este día me sería contestada una de las mayores interrogantes de mi vida. Desde pequeño hasta ese momento siempre me había preguntado ¿Cual era mi propósito en este mundo? ¿Que sería de mi? ¿En que podía trabajar? ¿Para que había llegado yo a este mundo? ¿Para que había nacido?

Un hombre, joven como yo que nunca había prendido un "trimmer", nunca había cortado grama, no se absolutamente nada de carros, no se ni como se le chequea el aceite, no se nada de construcción, plomería, jardinería, mecánica. Cualquiera dudaría de mi masculinidad. Al parecer, y sin querer soy todo un princeso.

Además, a pesar de que muchas personas me consideran una persona muy inteligente, quizás más que la mayoría de las personas, mi mayor estancia en la universidad fue de un año y medio y después de poco mas de diez años de haberme graduado de la escuela superior apenas supero los 100 créditos. No por bruto, sino por vago, por que me aburría o por que simplemente nunca le preste la atención que debía.

Por estas y muchas razones más es que yo me preguntaba cada día ¿Que sería de mi?

Llegué al correo para mi segundo día de trabajo, me dieron todas las cosas de la ruta y salí a la calle. Guiando la guaguita del correo por las calles de Bayamón. Llegué al lugar donde iba a empezar y recordando muy bien lo que había hecho el día anterior termine la ruta sin mayores complicaciones. Se supone que llegara al correo un poco antes de las 4 de la tarde, pero por ser mi primera vez no importaba si llegaba mas tarde.

Llegué a las 3:30 y cuando salgo de la guagua mi jefa me dice; ¿Ya terminaste? Le respondí que sí, y ella me dice. ¿Y entregaste todo? En esos momentos dude y me dije a mi mismo. Puñeta, no puede ser que haya dejado la mitad de las cartas en la guagua sin entregar. Abrí la puerta, vi que todo estaba vacío y le digo a la jefa. ¡Sí, lo entregue todo! Entonces mi jefa con una sonrisa me dijo. ¡Al parecer tu naciste para ser cartero!

No se si ella le decía lo mismo a todos, pero por lo menos yo me lo creí. Yo nací para ser cartero...

martes, 10 de diciembre de 2013

Mi primer día de trabajo II

A las 7:30 de la mañana cuando oficialmente había comenzado mi día de trabajo me senté con mi supervisora quien rapidamente empezó a hablarme de términos no muy agradables. Pero de todos esos términos el que me jodió la vida fue; probatoria. Entonces no podía llamarme cartero todavía. Tenía 90 días de probatoria en los que tenía que demostrar que podía ser un buen empleado, sin tener ningún tipo de accidentes y al final de los tres meses tener una buena evaluación que me permitiera permanecer en el trabajo.

Después de orientarme sobre todas las cosas que debía saber me dijeron que por ser mi primer día de trabajo no saldría a la calle solo. Me asignaron con un señor de casi 60 años y aunque parecía que aún estaba en buena condición física pensé que de todas maneras sería un día fácil.

Así salimos a la calle y llegamos al lugar donde empezaríamos la ruta. El señor agarró su bulto, las cartas y mientras me explicaba los detalles de lo que estaríamos haciendo empezamos a caminar. Poco a poco su velocidad fue aumentando hasta que llegó el punto que yo iba casi corriendo para mantenerme a su lado. En eso él miró para atrás y me dijo; "a este pasito es que yo camino la ruta".  ¿A ese pasito? Si lo que faltaba era que empezara a brincar las verjas de las casas para parecer el mismo Culson.

Después de unas horas de trabajo y de estar atento a cada detalle el señor pareció confiar en mí y me preguntó si quería dar la próxima parte de la ruta solo. Obviamente dije que sí. Así que agarré las cartas y bien confiando salí caminando. Se supone que uno salga del lugar donde esta estacionado y al final llegues nuevamente al mismo lugar sin cartas. Pues después de dar la vuelta regresé a la guagua y todavía me quedaban cartas. Algo había hecho mal. Cuando el señor verificó, fue que había brincado una calle. En ese momento me di cuenta que mi habilidad de cortar camino, colarme y tratar de pasarme de listo no me iban a ayudar en este trabajo, o por lo menos en la etapa que me encontraba.

Luego de ese pequeño error hice el resto de la ruta practicamente solo y sin mayores complicaciones. Así terminó mi día en la calle y al llegar nuevamente al correo le preguntaron al señor si él pensaba que yo estaba listo para hacer la ruta solo y él sonriendo dijo que si. Así pues, al otro día haría la ruta yo solito...