Si su cartero pasa por su casa y usted tiene un perro, ya debe saber que la relación entre su perro y el cartero no es muy buena. El cartero puede ir por el carajo y por alguna razón que todavía no sabemos su perro empieza a correr de lado a lado y cuando ya el cartero está cerca el perro empieza a ladrar como si se fuera a acabar el mundo. Todos los perros son iguales, sin ninguna exepción.
Ya después de un tiempo en la misma ruta ya uno los conoce hasta por el nombre y todo, pero comoquiera te siguen ladrando igual todos los días.
En mi caso, yo siempre he tratado de ser muy cuidadoso. Nunca en mi vida me había mordido un perro y no tenía ninguna intención de que eso cambiara. Siempre he estado preparado con mi potecito de "pepper spray" aunque la realidad es que no me gusta usarlo. No me gusta ver a los perros revolcándose por el piso, rascándose la cara con la tierra, grama y la brea. Pero si han habido momentos en los que no he tenido ninguna opción. Como el día que Rocky, un "German Shepard" se salió por la verja y venía derechito a donde mi afilándose los colmillos y cuando ya estaba casí saboreando lo mordida que me iba a dar le vacié el pote de spray en los ojos y aquel perrote se metió el rabo entre las patas y empezó a rodar como Susan Soltero por todo el patio de la casa.
Cuando salió el dueño me preguntó por qué le había echado "spray" que ese perro no mordía. Claro, eso dicen todos. A ellos seguramente nunca los iba a morder pero yo no me iba a arriesgar a ver si el perro me mordía a mi o no.
Así también tengo en mi ruta tres Gran danes en la misma casa Sherk, Fiona y Marmaduke. Tres pitbulls Goldo, Tonka y Ronda. Tengo dos perros salchica Oscar y Carmela y unos cuantos mas. Pero de todos los perros de raza y con nombres "cool" en mi ruta a mi me tuvo que morder "Brownie" fucking Brownie. ¿En serio? De todos los nombres de perros en el mundo ese es el menos creativo de todos. Si el perro es marrón automaticamente se llama Brownie.
Yo sabía que Brownie me odiaba desde el mismo primer día que lo conocí, pero siempre estaba bien encerrado así que de todos los perros en mi ruta era el que menos me preocupaba. Hasta que me tocó entregar un paquete que no cabía por las rejas.
Estacioné la guagua frente a la casa y me bajé a entregar el paquete sin imaginar lo que iba a pasar.
En la casa viven personas mayores y en ese momento salió la señora y mis planes eran tratar de darle el paquete lo mas rápido posible para seguir con mi ruta. Me paré al lado del portón y ya estaba listo para tan pronto la señora abriera darle el paquete e irme rápido. Pero Brownie fue mas rápido que yo. En el mismo momento que la señora abrió un poquito el portón el maldito perro salió a las millas del diablo y en menos de un segundo ya me había dado un mordisco en la espinilla.
Mi primera reacción como todo un profesional y por respeto a la señora fue gritar... ¡Mira este Cabrónnn me mordió puñeta!! Mientras tiraba al aire mas patadas que un karateka pero ninguna con éxito.
La señora se asustó mucho y me decía que como era posible que me hubiera mordido que ese perrito llevaba tres meses de ser rescatado y no había mordido a nadie.
Yo que soy tan pendejisimo pensaba lo peor. Sentía un ardor cabrón y me miraba las manos a ver si se me convertían en patas y sentía como si me estuviera naciendo un rabo por el culo, aunque seguramente era por que estaba cagao.
Los viejitos de la casa se asustaron, me trajeron su botiquín de primeros auxilios y hasta juguito y galletas me dieron, mientras yo pensaba que hacer. No sabía si tenía que reportar el incidente en mi trabajo. Inmagínense, decir que me había mordido un perro que se llamaba Brownie era una verdadera verguenza. Pero también pensaba que si se me infectaba la pierna, o si quedaba cojo de por vida o peor aún si tenían que amputarme la pierna. Definitivamente tenía que reportarlo para que el correo por lo menos me ayudara con los gastos.
Así que no tuve mas remedio que reportarlo, todo el mundo se enteró y todos vieron la foto de mi espinilla con cinco dientitos marcados y lo peor de todo, mi orgullo herido...
Pobre perro!
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