Después de mi combate con el pato no volví a trabajar en Bayamón. Me convertí en la puta del correo y donde hiciera falta un cartero allí iba yo a "tapar rotos". Así en pocas semanas ya había trabajado en practicamente todos los correos del área de San Juan.
Trabajé varios días en Cataño y después que me estaba acostumbrando me enviaron a Trujillo Alto. Un pueblo al que nunca había visitado en mi vida. Allí hice varias rutas y nuevamente me cambiaron al correo de Cupey y así también trabaje en Caparra, 65 de infantería.
En todos fue el mismo proceso, llegaba, me decían la ruta en la que estaría, me daban un mapa, una pequeña explicación y me mandaban para la calle.
Estuve cambiando de correos por varios meses. Esperaba cada mañana la llamada de mi supervisora para que me dijera a que correo tendría que reportarme ese día. Cada día un lugar diferente. Lo que no sabía es que todos esos días fueron experiencias nuevas que me iban a ayudar en lo próximo que vendría.
Cada vez que llegaba a un correo me decían; "por lo menos te enviaron para acá y no para el correo de la calle Loíza". En cada uno de los lugares que iba a trabajar me hacían los mismos comentarios, todos negativos. Que si las rutas del correo de calle Loíza eran las peores, que si los jefes, que si los empleados, todo era malo en el correo de calle Loíza. Así que yo le daba gracias a Dios por que me enviaban a Cataño, Caparra, Cupey, Trujillo Alto...
Pero todo cambio ese día en la mañana en el que mi jefa me llamó y me dijo, hoy te reportas al correo de la calle Loíza. Mientras yo en mi mente decía... Me jodí.
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